Kant centró sus estudios en una doctrina moral, que consistía en buscar el núcleo de la moral humana. Trataba de relacionar la moral con la acción. Se ajustaba a unas normas que se consideran correctas independientemente de las consecuencias que se deriven de la acción.
El imperativo categórico era defendido por este filósofo, por Kant. Esta idea decía que el fin no justifica nunca los medios. Lo importante es la intención, el resultado es secundario. Un kantiano salvaría a un inocente aunque la consecuencia fuera la destrucción del mundo. Se trata de ética de convicción.
Sin embargo, hay otra teoría que defiende que el fin justifica los medios. Se trata del utilitarismo. En este caso lo importante es el resultado. Se tienen en cuenta las consecuencias probables de la acción. El objetivo sería aportar más felicidad al mayor número de personas. Un utilitarista salvaría al mundo aunque tuviera que morir un inocente. Estamos hablando de ética de responsabilidad.
Weber actuaría como una especie de intermediario. Defiende que se trata de un problema de máximos y mínimos, ya que ninguna de las dos teorías mencionadas anteriormente se dan con firmeza en la realidad. Sino que siempre habrá un poco de las dos.
Yo, personalmente, estoy de acuerdo con Weber. No defendería radicalmente ninguna teoría sino que me quedaría en un punto medio. Se trata de coger un poco de las dos. Hasta ahí vamos bien. Pero surge una cuestión. ¿Cuál sería exactamente ese punto medio? ¿Cuánto habría que considerar de cada teoría? Estas son unas preguntas que nos pueden incitar a la reflexión y pueden tener múltiples respuestas.
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