domingo, 12 de junio de 2011

¡DEMOCRACIA REAL YA!


“DEMOCRACIA REAL YA” es una plataforma formada por ciudadanos normales y corrientes que están preocupados e indignados por la situación económica, política y social de nuestro alrededor, por la corrupción de políticos, empresarios, banqueros… y por la escasa consideración del ciudadano de a pie. Mediante el siguiente link podréis acceder a su página web, concretamente a su manifestó: http://www.democraciarealya.es/?page_id=88
Estas personas no tiene la misma ideología, sino que hay unos más progresistas, otros más conservadores, unos más creyentes, otr0s no, otros apolíticos… Pero en lo que si están de acuerdo es en que en nuestro país y, en general, en toda Europa, no hay una democracia real, sino que es una democracia en beneficio de los políticos y de los altos cargos, y que no respetan a los ciudadanos, al pueblo. Y democracia significa “gobierno del pueblo”. Pues bien, aquí el pueblo no tiene casi poder.
 Este movimiento busca un gobierno en el que las prioridades sean la igualdad, el progreso, la solidaridad, el libre acceso a la cultura… Para la regeneración del sistema político y económico actual, proponen las siguientes medidas:
1. ELIMINACIÓN DE LOS PRIVILEGIOS DE LA CLASE POLÍTICA.
2. MODIFICACIONES SOBRE EL DESEMPLEO.
3. MODIFICACIONES EN LA VIVIENDA.
4. RECONSIDERAR LOS SERVICIOS PÚBLICOS DE CALIDAD.
5. CONTROL DE LAS ENTIDADES BANCARIAS.
8. REDUCCIÓN DEL GASTO MILITAR.
La pregunta que pasea por mi cabeza después de leer estas propuestas es la siguiente: ¿Conseguirán realmente modificar la economía actual con este movimiento?
Los protestantes han tomado las calles de nuestro país para así hacerse notar de una forma más considerable. Pero siendo realistas parece que los políticos no tienen muchas intenciones de cambiar por el momento. En mi opinión, pienso que para que realmente los políticos empiecen a tomar en serio estas protestas, los manifestantes no deben abandonar. La clave estaría en la insistencia y en la constancia, en no abandonar nunca, en ser más fuerte que ellos, pero siempre desde el respeto y la paz. Esta es la única forma que pienso que abriría los ojos de los políticos.

Carta del Jefe Indio (Seattle) al Jefe Blanco (Pierce).


En 1854, el Gran Jefe Blanco de Wáshington (presidente de los Estados Unidos),  Franklin Pierce, escribió una carta al Jefe Indio (jefe de la tribu Suwamish), llamado Seattle, en la que le hizo una oferta para comprarle los territorios del noroeste de los Estados Unidos que hoy forman el Estado de Wàshington. A cambio, prometió crear una “reservación” para el pueblo indígena. Seattle respondió en 1855.
La respuesta que dio el Jefe Indio estaba cargada de abundantes argumentos que defendían la naturaleza. Decía que toda la naturaleza formaba parte de la historia de los “piel roja”, y que cualquier daño contra la naturaleza, era también un daño para ellos. Afirmaba que la tierra no pertenecía al hombre, sino que el hombre pertenecía a la tierra. Criticaban el modo que tenían los hombres blancos de tratar a la naturaleza, ya que ellos simplemente la querían para explotarla, sin preocuparse por las futuras generaciones.
Esta profunda reflexión del Jefe Indio nos abre los ojos sobre la situación del mundo actual. Por lo menos a mí. Todos decimos que tenemos que cuidar la naturaleza, que debemos reducir nuestras dosis de contaminación, que debemos reciclar… Pero solo lo decimos. La cuestión es: ¿estamos realmente contribuyendo a la protección de la naturaleza, o simplemente afirmamos que tenemos un problema pero no cambiamos nuestros hábitos contaminantes?
Pues bien, aunque nos duela parece que la respuesta es la segunda opción. Solo hay que mirar a nuestro alrededor. Cada vez con más frecuencia destrozamos bosques para construir viviendas, producimos más contaminación con los medios de transporte, etc. También es cierto que cada vez hay más asociaciones que intentan concienciarnos y que nos prestan facilidades para la protección de la naturaleza, pero con eso no basta. No vale que se conciencie una parte de los habitantes del mundo. TENEMOS QUE SER TODOS. TODOS.
Lo único que nos importa es mejorar nuestras condiciones de vida, tener más facilidades para todo, más comodidades. Pero lo estamos haciendo a un precio demasiado caro. Y tampoco debemos olvidar que lo más importante del mundo para la mayoría de las personas (por no decir todas) es, inevitablemente, el dinero. Más importante, incluso,  que la naturaleza, que nuestro planeta. Y nosotros considerábamos salvajes al pueblo indio por vivir en la naturaleza. ¡Por favor!  Tenemos que cambiar urgentemente nuestros hábitos o el planeta no quedará servible para nuestras futuras generaciones, para nuestros hijos. Como dijo el Jefe Indio, “La vida ha terminado. Ahora empieza la supervivencia”.

lunes, 2 de mayo de 2011

La historia de las cosas



Según este video, todos los productos de los que hacemos uso están dentro de un sistema llamado “economía de los materiales”. En él, todos los productos pasan por una serie de eslabones, muchos de los cuáles son perjudiciales para las personas. Pero lo que ocurre es que todo este “trabajo sucio” no es mostrado a la población, sino que está oculto. Y digo” trabajo sucio” porque todo se hace con el fin del dinero, sin importar los medios que tengas que utilizar y, en muchos casos, echar a perder. Las personas no nos damos cuenta de todo este sistema y solo estamos pendientes de comprar.
Dentro de este sistema, hay unas personas más importantes que otras, y esto es algo innegable. En la cima de todo está el gobierno. Ellos son los que mandan explotar los recursos para extraer materiales para la construcción de productos. Pero esta extracción es masiva, y se están agotando los recursos. Y cuando se agotan los recursos de un país, se toman los de otro país. Y así hasta que acabemos con el planeta entero. Para llegar a los productos que nosotros consumimos cotidianamente, se usan productos que nos perjudican. Y las personas que trabajan con estos productos son personas que no tienen otra opción.
Hemos llegado al extremo de convertir el consumo en nuestra forma de vida. Buscamos la satisfacción en las cosas materiales y esto, nos provoca una satisfacción pasajera que nos incita a volver a comprar.
También hay que mencionar la obsolescencia programada, que consiste en construir los productos de manera que se conviertan pronto en basura y duren poco. En esto se basa la sociedad de consumo, ya que aumenta de forma considerable la compra de los productos.
El problema que yo encuentro es que a todas las personas en general solo les interesa el dinero, y no miran por otro lado. Está claro que el mundo gira en torno a él, en torno al dinero. Pero la pregunta es: ¿hasta dónde vamos a llegar priorizando el dinero?
Al ritmo que vamos, parece que esto no tiene fin. Como sigamos así acabaremos pronto con el planeta. Está a la vista que las personas hacen cualquier cosa por el dinero, incluso provocar la explotación de otros. La única solución que yo veo es cambiar la mentalidad de las personas. Hay que cambiar el modo que tenemos de ver la vida, en el sentido de que consumir es lo primero. Pero esto no es tarea fácil. Para ello sería necesario mostrar al mundo todo lo que conlleva esta “economía de los materiales”, en cuanto se refiere a la extracción y a la producción. Quizás así se conciencien las personas de todo esto.
En mi opinión, yo pienso que estamos en estado de alerta, ya que solo miramos por el dinero y no miramos por el lado humano, y así no llegaremos muy lejos.  La situación va en aumento y hay que poner solución cuánto antes.

La Ola

·         Título: La Ola
·         Año: 2008
·         Director: Dennis Gansel
·         País: Alemania
·         Duración:  107 min
·         Género: Drama
Argumento:  Durante un proyecto semanal, Rainer Wenger, profesor y entrenador de waterpolo de un instituto de Alemania, enseña a los estudiantes de su clase el tema de la autocracia como forma de gobierno. En un principio, los estudiantes piensan que no sería posible la vuelta a una dictadura en la Alemania actual, pero más adelante se verá que esto  puede ocurrir más fácilmente de lo que ellos piensan. El profesor decide empezar un experimento con sus alumnos para demostrar lo fácil que es manipular a las masas. Crea un grupo de alumnos mediante la disciplina, pero Wenger acaba perdiendo el control de la situación, convirtiéndose su grupo en radical. Al final, muere uno de sus alumnos y el profesor es arrestado por la policía.
La pregunta que me planteo después de ver este film es la siguiente: ¿Es posible que en un país desarrollado, ya sea Alemania o cualquier otro, se pueda volver a implantar un gobierno dictatorial?
Bien, la pregunta es sencilla, pero la respuesta no tanto. Si nos atenemos a la película está claro que sí. Si pensamos en la vida real, lo más intuitivo es decir que no. Pero si nos paramos a reflexionar, puede ser que sí, ya que si nos vamos dejando influenciar y persuadir por los demás al final acabamos llegando a extremos tan radicales como los mostrados en la película, y probablemente sin darnos cuenta. Entonces, de todo esto surge una pregunta: ¿hasta qué punto nos dejamos influenciar las personas por las grandes masas?
Los seres humanos tenemos la capacidad de escuchar a los demás y aprender de ellos. Pero tenemos que aprender a coger esa información que nos dan y a procesarla nosotros mismos, extrayendo nuestras propias conclusiones. Pues bien, lo que sucede en muchos casos es que las personas cogen la información y no son capaces de procesarla, sino que creen todo lo que dicen. Y al final, vas repitiendo este proceso muchas veces y, sin darte cuenta, has sido convencido por otros que quieren que actúes como ellos quieren. Y así es como pueden influir en nosotros los políticos y llegar a una dictadura.
En mi opinión, yo pienso que todas las personas debemos aprender a procesar la información para no dejarnos influir por los demás, y así nunca actuaremos de una forma que no queremos y de la que más tarde nos arrepintamos. Tenemos que tener seguridad en nuestras propias ideas y tener la precaución de no dejarnos engañar por los demás, porque siempre será en su beneficio.

domingo, 6 de marzo de 2011

Utopía

Antes de proponer mi propia utopía, me gustaría aclarar el concepto de esta palabra. Se refiere a un ideal que se persigue, inalcanzable, pero que ejerce una función de guía. Se trata de proponer un modelo, considerarlo como ideal e intentar llevarlo a cabo de la mejor de las maneras posibles.
Personalmente, mi utopía consistiría en considerar a todo el mundo por igual y que el poder se ejerciera de una manera equilibrada y compensada, siendo todo el mundo partícipe. Podríamos hablar de democracia. El principio que reinaría en este sistema sería la igualdad, seguido de la justicia. Yo considero estos factores fundamentales para el buen funcionamiento de un sistema o institución ya que, sin ellos, sería difícil controlar a todo el mundo.
Pero en todas las sociedades aparecen problemas. Para su resolución, dominaría el uso de la “palabra”. Ella sería la herramienta indispensable para conseguir la igualdad. Nunca habría que recurrir a ningún otro de principio que no sea ese.

Kant

Kant centró sus estudios en una doctrina moral, que consistía en buscar el núcleo de la moral humana. Trataba de relacionar la moral con la acción. Se ajustaba a unas normas que se consideran correctas independientemente de las consecuencias que se deriven de la acción.
El imperativo categórico era defendido por este filósofo, por Kant. Esta idea decía que el fin no justifica nunca los medios. Lo importante es la intención, el resultado es secundario. Un kantiano salvaría a un inocente aunque la consecuencia fuera la destrucción del mundo. Se trata de ética de convicción.
Sin embargo, hay otra teoría que defiende que el fin justifica los medios. Se trata del utilitarismo. En este caso lo importante es el resultado. Se tienen en cuenta las consecuencias probables de la acción. El objetivo sería aportar más felicidad al mayor número de personas. Un utilitarista salvaría al mundo aunque tuviera que morir un inocente. Estamos hablando de ética de responsabilidad.
Weber actuaría como una especie de intermediario. Defiende que se trata de un problema de máximos y mínimos, ya que ninguna de las dos teorías mencionadas anteriormente se dan con firmeza en la realidad. Sino que siempre habrá un poco de las dos.
Yo, personalmente, estoy de acuerdo con Weber. No defendería radicalmente ninguna teoría sino que me quedaría en un punto medio. Se trata de coger un poco de las dos. Hasta ahí vamos bien. Pero surge una cuestión. ¿Cuál sería exactamente ese punto medio? ¿Cuánto habría que considerar de cada teoría? Estas son unas preguntas que nos pueden incitar a la reflexión y pueden tener múltiples respuestas.

Diógenes de Sinope

Diógenes fue un filósofo que era considerado profeta y héroe por unos y estafador y loco por otros. Su vida fue un ejemplo de filosofía. De joven fue acusado de falsificar monedas y fue enviado al exilio. Pero, ¿por qué hizo esto? Lo hizo para seguir la voluntad del Oráculo Delfos. Previamente, Diógenes le había preguntado qué había que hacer para ser famoso, y este le contestó que tenía que cambiar el valor de la moneda.
Más tarde conoció a Antístenes y se convirtió en su seguidor. Este filósofo defendía que el hombre debía despegarse de los prejuicios y vivir como un perro callejero. Era defensor del cinismo, que negaba las leyes sociales y culturales y la moral existente. Para ellos, la virtud era abstenerse de las necesidades. Siguiendo este ejemplo comenzó a vivir en las calles, como si se tratara de un perro callejero.
Según mi opinión, en la vida hay que intentar ser uno mismo, y no tener ningún prejuicio moral. Hay que salir a la calle como si se tratara de un perro callejero, sin tener nada que pueda tapar tu interior, tu verdadero ”tú”. Es una tarea bastante difícil, porque supone abstenerse de los pensamientos de la sociedad y no dejarse influenciar por nada. Pero, ¿estamos todos preparados para ser uno mismo, sin que nos importe nada el ideal que imponga la sociedad?